SYMFORCE FESTIVAL
Tilburg, Holanda,
15 de septiembre de 2007

Por Rafael Luis Piñeiro Villar


El pasado 15 de septiembre, once bandas de seis paises europeos… las anfitrionas Focus, Lady Lake y The Aurora Project ; provenientes de las gélidas tierras suecas, The Flower Kings, Beardfish y Bootcut ; del otro lado del canal, las británicas Pendragon y The Pineapple Thief ; los simpáticos Lazuli desde el sur de Francia ; unos renacidos Isopoda desde la cercana Bélgica y hasta llegadas de la parte oriental, como los polacos Riverside… se concentraban en la pequeña y tranquila ciudad holandesa de Tilburg, para protagonizar un macro-genuino festival de primer nivel que se ha ganado a pulso una más que probable segunda edición, que esperemos raye a la gran altura de esta inaugural.
Exhausto y emocionado ha quedado un servidor en este explosivo festival organizado, de ahí su nombre, por nuestro polifacético compañero John Bo Bo Bollenberg en colaboración con los propietarios del famoso local 013, en donde se han dado cita viejas glorias, consolidadas agrupaciones y futuras promesas del emergente rock progresivo europeo.
Cabe destacar que, a pesar de que la calidad de las bandas presentes presagiaban ocho horas ininterrumpidas de buena música, quedaba por saber como respondería la organización a la hora de manejar semejante evento, concentrado en tres escenarios repartidos por este gigantesco recinto cubierto. Y lo cierto es que ésta ha funcionado a las mil maravillas, montando y desmontando los sets percusivos, infinidad de cableado y demás en tiempo record, llegando a cumplir a rajatabla con el horario marcado para cada actuación. Un factor determinante en su éxito.
Las previsiones apuntaban una masiva afluencia de público. Teniendo en cuenta que la “Dommelsch Zaal”, donde se alberga el escenario principal, tiene capacidad para 2200 espectadores (la cuál nunca estuvo a rebosar), la “Kleine Zaal” para 350 y la minúscula “Bat Cave” con espacio para 150, observando el ir y venir de la gente por los anchos y altos pasillos de las dos plantas, y de que uno gozaba de cierta movilidad entre los asistentes, diríamos que la afluencia de público rondaría unas dos mil personas. Este local muy popular entre la escena prog, con multitud de barras bien pobladas de gente saboreando sus ricas cervezas, ha albergado en sus casi nueve años de existencia una buena cantidad de conciertos de gran calibre y de todo tipo de género musical, incluyendo varias filmaciones digitales para la posteridad y dándose a conocer por el mundo entero.


A una hora escasa de la apertura de puertas, anunciada para las tres de la tarde, la calle que rodea el 013 presentaba un aspecto tranquilo. Desde las numerosas terrazas se podía divisar a un sinfín de músicos conocidos campando a sus anchas sin que nadie les asaltara. A las 15 horas, la cola en las taquillas no era muy numerosa y la gente comenzaba a llegar a cuentagotas, sin prisas. Una vez dentro, nos encontramos con Bo Bo en su mesa del sello Musea, provista de un verdadero arsenal discográfico a buen precio, junto a otras donde las bandas exponían su merchandising. Los músicos de distintas formaciones caminaban entre la muchedumbre, nadie parecía reconocerlos y todo se representaba de la manera más natural, sin egos y cosas por el estilo. El público holandés es de lo más correcto y amable, sin estridencias. En el backstage, los artistas aparecían y desaparecían sin hacer el mínimo ruido. Formada por una enorme cocina, máquinas de refrescos, cómodas salas privadas para cada formación, y hasta con un futbolín donde matar el tiempo, la zona presentaba un aspecto de camaradería entre todos los figurantes . Después de ligeras charlas con unos y otros, se produce la estampida. El tiempo comienza a volar. Pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde y la banda madre de los lugareños, Focus, sonaban a lo lejos desde el escenario principal, inaugurando así el primer Symforce Festival, …un acontecimiento ciertamente singular.
continuará !